VICTORIA ENCINAS
Santiago B. Olmo
Texto publicado en el catálogo de la exposición
¿Pintura, pintura! Galería Malborought, 2004.
Victoria Encinas se ha volcado hacia una comprensión de la pintura que tiende
a la precisión de lo pictórico, desde una perspectiva en la que la
instalación inscribe un orden entre los objetos y los cuadros, desde
el color y el cromatismo que recomponen el espacio como un estallido
de formas. En sus obras los objetos de plástico, de colores vibrantes
y con las formas corrientes de los utensilios baratos que se
encuentran a centenares en los bazares, cumplen una función escenográfica
y adquieren un valor que en ocasiones es orgánico, y otras veces
minimalista, a pesar de los ecos de la cultura popular que contienen.
El objeto puede transformarse en una escultura o en una pintura sin
pintura, pero cuando se integra al cuadro es para destriparlo, para
sacarlo fuera y hacer que se expanda por la pared como un nuevo
objeto. A través del objeto el cuadro se vuelve también un objeto. A
través de los objetos de plástico, industriales y baratos, y el
cuadro ejecutado cuidadosamente como una velocidad cromática, se
establece una vibración de tensiones y afinidades que recupera de la
pintura esa vaga noción.
En sus obras también la fotografía y el collage de plásticos y
metacrilatos se despliegan como útiles herramientas que distorsionan
el objeto-cuadro, para convertirlo en un ambiente, sintetizando las
posibilidades del espacio.
Sus pinturas poseen la capacidad de generar ambientes de vibración cromática
de gran intensidad perceptiva utilizando muy pocos elementos. Lejos de
ese cierto barroco que caracteriza la instalación pictórica
norteamericana, sus instalaciones tienden a la síntesis para subrayar
con mayor firmeza el valor del color. Si la pintura era sobre todo
cuadro, lo pictórico es otra cosa, o algo más. En la obra de
Victoria Encinas la pintura es tan visual como corporal, porque la
vivencia del espacio que ésta genera es probablemente lo más
importante. A estructura en ángulo de su instalación, el hecho de
que dos de los cuadros se toquen en sus esquinas recreando y
acentuando el ángulo de las paredes de la sala viene a confirmar el
interés por el espacio. No es tanto la mirada lo que debe situarse en
el centro de la instalación, sino el cuerpo y desde él establecer
las condiciones de esa mirada que ya tendrá también que saber tocar
y percibir el color como un clima, como un calor.